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i+Diseño | Vol. 8 | Abril | Año V
El libro en manos del artista,
un laboratorio para la experimentación
del diseño editorial
Carmen Hidalgo de Cisneros Wilckens.
Universidad Complutense de Madrid. España.
Resumen
El trabajo con el libro dentro de las coordenadas del arte y el oficio recibe por parte del artista plástico una inyección de vitalidad que puede repercutir en el diseño editorial. Cuando el libro es creado, intervenido o valorado como objeto artístico, amplía su sentido y cambia de identidad. El artista apuesta por este continente porque le ofrece un campo de exploración amplio y rico. Su capacidad de multiplicación le otorga el don de llevar sus creaciones a más manos.
Palabras clave: libro de artista, encuadernación, ilustración, diseño editorial, libro experimental.
The book in the artist's hands, a laboratory for experimenting of editorial design
Abstract
Working with the book on the coordinates of the art and craft of part of the artist receives an injection of vitality plastic which may impact editorial design. When the book is created, operated or valued as art object, extending its meaning and identity changes. The artist commitment to this continent because it offers a wide field of exploration and rich. Its ability to multiply gives the gift to bring their creations to more hands.
Keywords: artist book, bookbinding, illustration, editorial design, experimental book.
El artista recurre al libro como soporte que abre las puertas a su creación y amplía su horizonte. Sin límites en el uso del diálogo entre texto e imagen, el libro extiende sus posibilidades hasta el arte sonoro, el objeto tridimensional, escultórico, la instalación, la performance, el videoarte, etc. Los géneros se diluyen en el fluir de la narración que adquiere fuerza y dinamismo. El trabajo con el libro dentro de las coordenadas del arte y el oficio recibe por parte del artista plástico una inyección de vitalidad que puede repercutir en el diseño editorial. Ambos consiguen generar un camino de ida y vuelta, un canal de alimentación y retro-alimentación que nutrirá su forma y otorgará pesos específicos a los diferentes contenidos. Cuando el libro es creado, intervenido o valorado como objeto artístico, amplía su sentido y cambia de identidad. Su arquitectura integra la encuadernación, el diseño y la tipografía e incorpora el dibujo, la pintura, la fotografía, las técnicas digitales, la escultura, el grabado, la estampación y la ingeniería del papel. Las páginas, receptoras y emisoras de información, implican tiempo y quizás luz, y pueden llegar a convertirse en secuencias animadas, con sus correspondientes fotogramas, compartiendo características con otros formatos como las películas. Recientemente, en la charla que ofrecieron en el Reina Sofía de Madrid el diseñador de origen belga Filiep Tacq y Aitor Méndez, diseñador vinculado a este centro, salieron a relucir los nombres de numerosos artistas que trabajan en cine, y que usan el libro para complementar sus películas, introduciendo en el mismo recursos propios del lenguaje cinematográfico. Aunque el tema no giraba en torno al libro artístico sino al libro/catálogo de arte, sus palabras aclararon conceptos y se detuvieron en personajes y proyectos de renombre como Marcel Broodthaers y su obra Voyage on the North Sea en la que este poeta, cineasta y artista plástico, también belga, realiza la imitación cinematográfica de un texto escrito. "La estructura de esta película se compone de una página para el título general y títulos de página en cada toma o secuencia de tomas (hasta un total de quince, sin acción ni movimientos de cámara). Parece tratarse de una falsa película, una película estática o, más bien, un conjunto de diapositivas. Y así sería, si no fuese porque existe una línea de tiempo que recorre la obra, un proceso filmado: el de la lectura de un libro. Una lectura, sin embargo, maquinal en la que el lector ni siquiera interviene con el pasar de las páginas, sino que presta su mirada a la obra, asiste al acto puro de la lectura. Un viaje al mar del Norte se completa además, en su versión de 1974, con una obra en forma de libro, esta vez sí, compuesto por páginas de papel encuadernadas y no por celuloide. En un juego de roles invertidos la película se muestra como libro y el libro como objeto de contemplación visual. Con ello Broodthaers pone de manifiesto su equivalencia: el libro aparentemente estático es, gracias a la lectura, una obra en la que, como sucede en las películas, vienen a confluir el espacio y el tiempo".1 Broodthaers sorprende y descoloca al espectador/lector, también usuario, que normalmente interactúa con el libro y tiene la capacidad de controlar el acceso a su contenido. Esta vez, el libro o película se muestra siguiendo una ordenación cronológica automática, marcada con anterioridad, prefijada por el autor. No queda supeditada a la actuación o el antojo del espectador. Como un guiño final, el libro en papel empieza con la imagen de un balandro que navega por el mar y termina con la misma imagen, pero con el balandro que ha avanzado en su recorrido sobre el mismo paisaje, visualizando o materializando de esta manera el tiempo invertido en su lectura.
El trabajo que realiza Tacqu en el diseño del libro es un ejemplo de cómo el diseñador se convierte también en autor, investigando los diferentes niveles de la propia historia para darle la forma final. Él diferencia los libros de arte, del libro de artista otorgando a uno y a otro un carácter más o menos industrial, más o menos artesanal.
El artista apuesta por este continente porque le ofrece un campo de exploración amplio y rico. Su capacidad de multiplicación le otorga el don de llevar sus creaciones a más manos, las de cada uno de los individuos que establecerán una relación con ellas, una relación, estrecha y cercana, basada en la contemplación y la apropiación, que les remitirá a su vez también a las intenciones del editor y del autor. Así, tomando prestadas las palabras de Cortázar, en sus indicaciones sobre la lectura de Rayuela "a su manera el libro es muchos libros. Y siguiendo a McLuhan "el libro puede ser considerado una extensión del ojo" y "su capacidad portátil y multiplicable, adquirida desde el primer ejemplar impreso, lo convierte en un instrumento que potencia el individualismo."

Ireen Kranz/Gerhard Hauptmann: Till Eulenspiegel.
Encuadernación a plena piel, cosido a la francesa, con gofrado, papeles tintados,
cortes dorados con cabezada, dorado a mano, piel marroquinería,
en estuche y con camisa, 304, pp. 21,4x26,5 cm. 2007.
El libro de artista se regenera y reinventa constantemente y lo hace también gracias al impulso de centros de enseñanza como la Facultad de Bellas Artes y Diseño de Halle, Alemania, denominada Burg Giebichenstein. La exposición "Una mirada al libro. Objeto, imagen, texto" celebrada en las salas de la facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid en abril-mayo de 2009 sirvió como ejemplo de cómo el libro no se entiende únicamente como soporte sino como campo de cultivo para la reflexión, como gran laboratorio donde la experimentación, tanto material como conceptual, resulta infinita. El producto de la misma obliga al espectador a implicarse. Si se trata de un diseñador, este capturará, más allá de la información mostrada, todo el potencial expresivo del libro: su peso, su cuerpo, su tacto, su sonido, su ritmo, su color, su luz, su olor... "No hago distinción entre leer y mirar. Mirar, tocar, oler, […] todo comunica" manifiesta Antoni Tápies, artista que profesa su amor por el libro utilizando en su obra pictórica la palabra, el texto, la tipografía, etc. desmarcándose del libro tradicional, el libro ilustrado, el libro objeto o el libro de artista.2 También lo hacen Astrid Bredereck con sus dibujos a grafito de la serie Campos de pensamiento o Ulrike Jänichen en su proyecto Resistencia. Ambas renuncian al formato físico del libro. Sus imágenes surgen como páginas secuenciales de una narración visual que podría ser entendida definitivamente como obra final encuadernada. Esta construcción cronológica se presenta desplegada en su totalidad, despedazada para entenderla en su unidad. El hilo conductor y la navegación permanecen a lo largo de su contenido, pero no impiden a sus partes mantener su carácter autónomo, desligado del conjunto si así se decide.
Semioculta en la propia composición del papel y basada en una diferencia de espesores, se encuentra la historia que nos cuenta Andrea Nieke en su Tabula Rasa. Nieke se centra en la investigación sobre la realización de marcas al agua fotográficas, utilizando como modelos instantáneas anónimas de la Fototeca: Centro especializado en fotografías personales olvidadas de la ciudad de Weimar, eje de su proyecto de Diplomatura. El carácter fantasmagórico de la filigrana, imperceptible a la luz natural, se descubre al trasluz si nos ayudamos de una iluminación puntual. La huella delata la forma y la identidad. El propio papel sostiene el contenido y dota al mensaje de autenticidad y autoría. Nos remite de nuevo a Tacq y su libro Marc de Blieck de Wim Cuyvers donde sus lomos muestran, de manera fragmentada, los mapas, no publicables, con la ubicación exacta de las gasolineras en las que se producen encuentros sexuales 'prohibidos' en Bélgica. Las indicaciones pensadas como guía y orientación para los encuadernadores actúan como contenido. Es por tanto una parte del libro, habitualmente en un estado pasivo, la que sostiene una información primordial, que debe preservar su confidencialidad. Cabe destacar aquí el gusto de Tacq por el empleo de numerosas guardas antes de llegar al núcleo del libro, guardas que utiliza también para distribuir parte del contenido.

Cosido de cuadernillos en un telar de la Dorfner Werkstatt de Weimar, Alemania 2007.
La exposición de libros alemanes se encargó de desbaratar la valoración, en importancia, de los elementos constitutivos del libro. Las técnicas de fabricación, decoración y pintura del papel para guardas y cubiertas posibilitan la más alta experimentación plástica para la consecución de objetivos concretos, vinculados al texto. La encuadernación más depurada y tradicional adquiere una nueva dimensión en manos del artista y dentro de las coordenadas del arte actual. Lo mismo ocurre con la composición tipográfica que devuelve al papel el golpe perdido. La calidez del grabado y las técnicas de estampación conviven con los métodos de reproducción e impresión más sofisticados y, en su combinación con los mismos, amplían el repertorio gráfico de manera ilimitada. A ello contribuye igualmente el uso sistematizado, mecanizado o normalizado de las técnicas de collage, dibujo y pintura, que permiten igualmente la multiplicación. La experimentación con materiales es sugerente e inspiradora y no puede ser ignorada por parte del creador/diseñador vinculado al libro, pero también lo son el estudio y el análisis del concepto del tiempo y el espacio. La enseñanza de las artes del libro desde sus dos vertientes, el arte (actual) y el oficio (actual), genera un perfil de artista capacitado para manipular, escribir, materializar, dibujar y generar tanto ideas como obras. De sus resultados podrá nutrirse el diseñador y viceversa.
1 SANTANA, S. Cuando el soporte se convierte en metáfora. Nueve páginas escritas a máquina sobre la historia ficticia del libro por venir, REC. Revista de Erudición y Crítica, núm. 6, Castalia, junio de 2008.
2 ALTAIÓ, V. VisualKultur.cat Arte/Diseño/Libros, Actar, Institut Ramón Llull, Generalitat de Catalunya, Barcelona 2007, p. 13.
REFERENCIAS
ALTAIÓ, V. VisualKultur.cat Arte/Diseño/Libros, Actar, Institut Ramón Llull, Generalitat de Catalunya, Barcelona 2007.
McLUHAN, M. The medium is the massage. An inventory of effects, Gingko Press, Berkeley, California, USA 1967.
SANTANA, S. "Cuando el soporte se convierte en metáfora. Nueve páginas escritas a máquina sobre la historia ficticia del libro por venir", en REC. Revista de Erudición y Crítica, núm. 6, Castalia, junio de 2008.
VV.AA. Una mirada al libro-Objeto imagen texto, FG Buchkunst, Burg Giebichenstein, Alemania 2009.
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